Cuando somos niños, hacemos cosas, que en ese momento nos satisfacen pero no entendemos el para qué lo hacemos… La mayoría de nosotros, hemos tenido una cajita de secretos donde guardábamos nuestros “tesoros” (una goma del pelo, la foto de un cantante, un papel amarillo con unas iniciales, una medalla de un campeonato, una piedrecita de la playa…) que nos hacían recordar de algún modo, un momento o a alguien especial. También, escribíamos nuestras cosas en una libreta y/o diario, y si éste, tenía candado era lo más de lo más. Anotábamos, por ejemplo, cuando nos enfadábamos con nuestr@s herman@s, cuando nos gustaba un chic@, cuando estábamos tristes por discutir con nuestr@ amigo@ del alma, cuando los Reyes Magos nos traían el juguete deseado, en fin, expresábamos de alguna manera, nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestras conductas, sin tener muy claro el significado de estas palabras, pero lo que sí sabíamos es que era una manera de desahogarnos, de sentirnos mejor en nuestro “mini universo”, y lo protegíamos como si se tratara del tesoro más importante del mundo.
Lo bonito del ahora, cuando nos encontramos en la edad adulta, es que volvemos a retomar acciones que hacíamos de pequeños y aunque el sentido que le damos es muy parecido a cuando éramos niños, la clave está en responderte ¿para qué?
Como he comentado al inicio del post, he vuelto a escribir utilizando el bolígrafo. Y cuando inicias un proyecto de emprendimiento, cualquier ayuda es buena y bienvenida. Mi diario está siendo una herramienta muy poderosa, ya que me permite conversar conmigo mismo, soñar, aprender, desaprender constructos mentales que ya no me aportan valor, me hace sentir libre, líder de mi vida, mejora mi autoestima, mi memoria, fomenta mi creatividad y claridad en la toma de decisiones y sobre todo, reírme de mí misma con mis anotaciones. En él, escribo todo lo que se me ocurre….
Pero si hay algo, que me ha costado y me sigue costando, es escribir sobre mis emociones; identificarlas y procesarlas. Soy Psicóloga, y esto me ha ayudado en la teoría, pero no en la práctica, ya que ésta depende de uno mismo, de la valentía que tengas para atravesar tú barrera emocional.
En terapia trabajamos mucho las emociones. Para la mayoría de las personas, las emociones, son un tema pendiente, donde el miedo a lo que nos podemos encontrar hace que las metamos en un cajón y no las tratemos. El problema es que si haces esto y no inviertes tiempo en conocerte a ti mismo, es imposible que conozcas a los demás para poder satisfacer sus necesidades. Y no sé si te habrás dado cuenta, pero en todas o en casi todas las actividades profesionales están presentes las relaciones.
En los mercados profesionales, cada vez más, la competencia gira en torno a las emociones de la gente y cuando una persona, consigue crear de alguna manera lazos emocionales con sus compañeros de trabajo, con su equipo, con sus proveedores y con sus clientes, consigue su respeto y su fidelidad, claves en cualquier negocio. Pero para que esto suceda, el primer paso está en ti. “No hay cambio posible sin cambio personal”
Y te preguntarás: ¿Qué si es fácil?. Pues NO. ¿Qué si vale la pena?. Claramente, SÍ.
Te invito a reflexionar, aunque solo sean 5 minutos;)
Muy bueno Rosa,
Estoy contigo en lo importante de conocer y dar a conocer nuestras emociones.Ademas una vez expresadas pocas personas las comprenden e incluso a uno mismo le cuesta entender las de los demás.Desdeluego un post muy interesante para reflexionar.
Marichelo
Interesante Rosa, escribir un diario es luego,como mirar en un espejo tu interioridad….muchisimas veces seguimos en el dia a dia sin darnos cuentas de muchisimas cosas,ésta seria una buena costumbre de observarse y pensarse…..muchas gracias