Hace unos días, concretamente el fin de semana del puente de la Virgen, entré en una panadería/ cafetería para tomarme un café y leerme tranquilamente unas hojas de mi libro de verano. Con tres niños pequeños, no dispongo de mucho tiempo para mí, así que cuando lo tengo, me escapo un ratito y me “mimo un poco” que también lo necesito.
Al entrar, busqué una zona tranquila y me senté en una mesita de madera con sillas blancas, abrí mi libro y cuando empezaba a disfrutar del placer de la lectura y de tomarme mi café, surgió algo maravilloso que cambió “mi momento”.
Una de las dependientas, una chica de mediana edad, estatura media y cabello negro (bien recogido en su gorrito de trabajo), iba atendiendo a cada una de las personas que iban entrando en la panadería con una alegría que daba gusto mirarla. Con su sonrisa, sus ojos grandes y expresivos y sus buenas palabras, se paraba unos segundos incluso algún minuto, con cada una de ellas.
- <<Hola María, ¿qué tal está hoy?… la veo muy guapa con esa camisa de flores, a ver si hoy tenemos suerte y no llueve, y podemos ir aunque sea un ratito a la playa>>. La señora la miraba y esbozaba una sonrisa.
- <<Hola Pedro, ¿cómo está? Hace días que no lo veo, ¿está bien?>>. Sí, (contestó él, con otra sonrisa), he estado unos días de vacaciones con mis hijos y mis nietos…
- <<Buenos días, señor Plácido, ya tan temprano tomando su mate (bebida). ¿cómo va a querer hoy el pan? ¿barra o bolla?. Tenemos una empanada de zamburiñas riquísima. ¿Quiere un poquito que yo sé que le gusta?>>. Al señor, se le iluminó la cara como si de un niño comiéndose un caramelo se tratara.
Y así, con cada una de las personas, en su mayoría de más de 70 años que iban entrando a comprar el pan, aunque no sé si el fin era ese o el de disfrutar de esas palabras bonitas (en algunos casos, quizás las únicas del día), esbozar una sonrisa y llenar su corazón de alegría.
Yo la miraba embelesada con una sonrisa, hasta que en un momento, nos cruzamos con la mirada, y me sonrío a mí también.
Antes de irme, me acerqué a la barra para pagar y le dije: <<no sé si te habrás dado cuenta, pero he estado observándote todo este tiempo, y tengo que decirte que he disfrutado con el trato tan cariñoso que has tenido con todas las personas que han ido entrando; niños, jóvenes y mayores. De verdad, que es una maravilla verte como trabajas>>. Sin dejar de sonreír, me contesta: <<yo soy así, natural y alegre, con mis amigos y en mi trabajo. Me encanta hablar con la gente, aunque a veces, solo hablo yo, como te habrás fijado (jajaja), pero a mí eso no me importa, no me cuesta nada y si además me contestan con una palabra o con una sonrisa, me dan vida>>.
Pues si me permites mi opinión: <<la que das vida eres tú, es más yo creo que muchas de estas personas, vienen a verte a ti y comprar el pan es una excusa. Vamos, yo no vivo aquí, pero si lo hiciera, vendría todos los días>>. Nos reímos y nos despedimos.
Qué bonito es ver como hay personas que realizan su trabajo con pasión, con alegría, crean momentos únicos e inolvidables, para muchos “su momento mágico del día”. Esta manera de trabajar, este comportamiento es muy beneficioso para la salud, ya que:
- Mejora tu autocreencia; es decir, tu autoestima y confianza
- Te enriquece como persona (mente, cuerpo y espíritu)
- Aprendes a gestionar mejor tu tiempo (personal y profesional)
- Mejora tu rendimiento
- Aumenta tu creatividad
- Proyectas y consigues tus sueños
- Tu vitalidad se multiplica
- Entiendes el fracaso como una lección de vida, de superación.
- Te conviertes en fuente de inspiración
- Atraes y contagias felicidad
Trabajar con pasión, marca la diferencia. Todos tenemos un talento innato, unas personas lo descubren por sí mismas y a otras les cuesta un poquito más, incluso necesitan una pequeña ayuda, si es así no tengas miedo y da el paso.
Desempeñar un trabajo que no satisface tu crecimiento personal, tu proyecto de vida, aunque cobres un buen sueldo es un verdadero castigo. Yo no digo que lo dejes de repente, pero si te invito a que des al BOTÓN DE PAUSA (búscalo en ti, todos tenemos uno) y te tomes el tiempo necesario para reflexionar sobre ti (tu identidad). Es un ejercicio profundo pero muy enriquecedor. ¡Todo un reto!
Si aun no estás preparado, no pasa nada, llegados a este punto, en cualquier momento, te atreverás. Mientras tanto, identifica a esas personas que están cerca de ti (familiares, amigos, conocidos o desconocidos) que trabajan con pasión (todos tenemos algún caso cerca), obsérvalos y después dirígete a ellos, felicítalos por su buen trabajo. El reconocimiento es el alimento del alma y a todos nos gusta recibir este regalo, le habrás alegrado el día a él y a ti mismo sin darte cuenta ¡Pruébalo!
El éxito consiste en la consecución de aquello deseado, mientras que la felicidad consiste en disfrutar del camino. Se puede tener éxito sin ser feliz, sin embargo, cuando uno es feliz tiene éxito, ya que ha logrado su propósito de vida 😉
un Artículo muy interesante pero sobre todo las reflexiones que haces son acertadisimas.
Gracias por recordarnos que la felicidad está al alcance de todos sólo tenemos que hacer un poco de esfuerzo, mirar en nuestro interior y ser valientes para cambiar todo lo que nos está haciendo daño
Gracias Almudena 😉
Maravilloso. Estas cosas son las que enriquecen nuestra vida, y generan dinámicas de relación muy satisfactorias y positivas, en nuestra vida personal por supuesto, y profesional también, aunque mucha gente no lo crea.
Gracias Maria, por tu aportación.