El Bulling o acoso escolar es la forma de comportarse o dirigirse a otra persona, bien sea de forma verbal, física o ambas, causando un daño temporal o permanente en la víctima. Es un tipo de hostigamiento reiterativo de una o más personas hacia sus semejantes, en los cuales la persona sufre de amenazas, intimidación, manipulación e inclusive, agresiones físicas.
¿Cómo lo podemos detectar los padres, tutores o personas que conocen al niño?
La mayoría de las veces el niño o adolescente, lo oculta porque tiene miedo a represalias más graves, vive un horror que va minando de manera atroz su autoestima y autoconcepto. Por eso es muy importante estar siempre atentos y mantener una conversación sencilla con ellos. No pongamos el foco solo en la parte académica o en los deportes, es más importante en estas edades cómo socializa cómo se integra en las diferentes facetas de su vida. Escuchemos con atención lo qué dice y cómo lo dice, como lo ven sus docentes y como lo vemos nosotros como padres. Conozcamos su entorno más próximo, para saber cómo y con quien socializa (cómo se mueve), fundamental sobre todo en la adolescencia, etapa donde les influye muchísimo su entorno.
Cuando un niño o adolescente es agredido, de manera verbal y/o física, comienza a mostrar una serie de comportamientos bastantes característicos: ansiedad, estrés, inquietud, dificultades en el sueño, alteraciones alimentarias, bajo rendimiento escolar, síntomas de depresión, baja autoestima y en el peor de los casos, el deseo de atentar contra su propia vida.
¿Cómo actuar?
¡Lo más importante! Actuación inmediata, no dejes crecer el problema y NUNCA dejes desamparada a la víctima.
Si tu hijo es la víctima: Muéstrale confianza y no quites importancia al asunto, déjale que hable y te explique todo (cuando ocurre, quienes son, que es lo que le hacen o dicen…) y ponlo en conocimiento del Centro Escolar, pero nunca intentes hablar con los agresores directamente ni con sus padres. Si la respuesta del Centro es insuficiente, contacta con las instituciones necesarias.
Si tu hijo es testigo: hazle entender que hay que ponerse en lugar de la victima, rompiendo la ley del silencio y alertando a los profesores de lo que ha visto. Esto no les convertirá en ‘chivatos’, todo lo contrario.
Si tu hijo es agresor: muéstrale confianza e intenta averiguar porqué actúa de esta manera. Hazle entender que el respeto hacia los demás es la clave de la convivencia, y que el acoso es inaceptable. Empatía, que piense por un momento como se sentiría si se lo hicieran a él. Ponlo en conocimiento del Centro Escolar para trabajar conjuntamente y ayudarle.
Cuando un niño se convierte en agresor, normalmente ocurre porque tiene problemas emocionales que le hacen actuar así y/o su ambiente familiar no esté siendo el adecuado.
Si eres familiar: tu hijo o hija puede ser víctima, agresor u observador de una situación de ACOSO. Denuncia la situación de tu familiar y a la persona que le acosa ante su Centro Escolar.
Los casos descritos anteriormente, necesitan ayuda profesional lo antes posible, evitemos entre todos cronificar esta lacra.
Todos tenemos que tomar conciencia de esto, porque las cifras son aterradoras y creciendo. Según la Fundación ANAR (Ayuda a niño y Adolescentes en Riesgo), 1 de cada 4 alumnos (24,4%) percibió en el curso 2021/22 que existía acoso escolar en su clase, una cifra por encima de la del año anterior (15,2%).